La amputación de un miembro resulta una pérdida insuperable en la gran mayoría de los casos. Un espacio vacío que ya no está, que ya no siente. ¿Pero siente?. Las extremidades se conectan al cerebro por terminaciones nerviosas, lo que hace que éste último tenga un mapa general de todo el cuerpo. El cerebro memoriza que esas partes del cuerpo están ahí, de manera que cuando alguna zona falta, se produce una cartografía del miembro fantasma. El cerebro sigue creyendo que se encuentra en su sitio, activo. Se conoce en miembros amputados, sensaciones en zonas que no tienen, llegaban a sentir su mano, cuando sólo tocaban la parte superior del brazo perdido, y al pensar en ejecutar una acción con esa mano, los músculo de la parte superior respondían al estímulo.
En los peores casos por razones aún difíciles de entender, el paciente experimenta el recuerdo de un dolor, sobre el miembro fantasma donde un día tuvo la herida causante del dolor real. Son capaces de sentir como aprietan las vendas del pie, de un pie que ya no existe. Se trata como mencionaba al principio de un banco de memoria que el cerebro utiliza para imágenes reales.
Esta especie de recuerdo que conserva el cerebro férreamente, es la base del éxito de los transpantes tanto reales, como prótesis biónicas que la ciencia está desarrollando para estos casos.
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